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El rincón de Irenia

La cita

La cita Anoche colgué la primera parte del relato que dejo ahora. Lo he enganchado desde el principio para aquellos que queráis leerlo y no os apetezca buscar la primera parte en un post anterior.

La cita

El verano parecía haberse desvanecido de repente. El cielo negro se rompió y de él comenzaron a bajar goterones de lluvia.

Al salir de la oficina le sorprendió el mal tiempo. Miró a izquierda y a derecha y se acordó de que al final de la calle había un cine en el que no había estado nunca. Fue corriendo para allí y se refugió en él. Al menos estaría dos horas resguardada. Compró una entrada para la primera película que le pareció apetecible y enfiló rumbo a su sala. Y allí estaba él, con su uniforme elegante controlando el acceso a la entrada. Hacía años que no le veía; la última vez fue una noche de verano, antes de que las circunstancias de sus respectivas vidas les separasen.
--Hola –saludó ella mirando a sus enormes ojos verdes--. No sabía que trabajases aquí. ¡Qué casualidad!.
--Hola –respondió él con una expresión de sorpresa en el rostro—. Ya ves, el mundo es un pañuelo.
Ella le entregó la entrada para que la cortase y no pudo evitar que sus dedos se enlazasen un momento con los de él.
--Antes de que entres en la sala, ¿te apetece ir a tomar algo después? –inquirió él todavía con los dedos de ella entre los suyos—. Salgo de trabajar cuando acabe esta sesión
--Perfecto –respondió ella sin pestañear.

No prestó atención a lo que veía en pantalla. Su mente no paraba de pensar y de recordar. Se habían conocido, como ocurre con todo lo bueno de la vida, de casualidad y su relación se fue fraguando café a café, película a película, libro a libro, conversación tras conversación. Un día se sorprendieron besándose, acariciándose, deseándose y cedieron al apetito mutuo. Poco podían sospechar entonces que poco después dejarían de verse por incompatibilidades horarias. Durante un tiempo se escribieron, incluso se vieron algunas veces antes de que la rutina diaria les absorbiese a ambos.

Cuando acabó la película ella se quedó aún un rato sentada en la butaca. Él entró en la sala, se acercó con sigilo sin que ella le viera y se sentó justó detrás de ella.
--Si no sales no podré recoger e irme. Si te parece bien, espérame en el café que hay a dos travesías yendo hacia la izquierda –dijo apartándole el pelo de la oreja y rozándola suavemente con los labios.

El café era pequeño pero acogedor. La decoración en madera le confería un tono cálido que aún lo hacía más agradable. Ese era el tipo de locales que les gustaban a ambos. Pidió un té y se dispuso a esperar. Él llegó a los veinte minutos vestido con una camiseta y unos tejanos que contrastaban con el uniforme que vestía unos minutos antes.
--No conocía este local –dijo ella para romper el hielo.
--¿No? –respondió él con tono socarrón— Pensé que conocías todos los locales de este tipo de la ciudad.
Ella rió a carcajadas. Durante el tiempo que duró su relación ella presumía de conocer los bares con más historia de la localidad.
--Pues ya ves que no –reconoció ella--. ¿Sabes que me alegro mucho de que hoy haga tan mal tiempo y que la casualidad haya decidido que me refugiase en tu cine del aguacero? –confesó por fin mirándole a los ojos.
--Me alegro que sea así –manifestó él cogiéndola de la mano.

Durante mucho rato estuvieron hablando de qué había sido de sus respectivas vidas. Él vivía en pareja, en cambio ella seguía sola e independiente.

Los camareros comenzaron a recoger el bar. La lluvia había cesado y por las calles se veía a la gente que antes se había encerrado para resguardarse del temporal.

--Me gustaría que vinieses a casa –confesó ella con deseo.
--Está bien, te acompaño. Aún dispongo que un poco de tiempo.

El camino hasta la casa de ella se hizo prácticamente en silencio. De vez en cuando uno de los dos comentaba alguna banalidad, pero la mirada de ambos denotaba apetito del otro.

Al entrar en el piso, él se avanzó y recorrió lentamente con la mirada todas las estancias.
--Todo está como lo recordaba. Parece que el tiempo no haya pasado. Todo tiene tu toque personal e inconfundible –señaló él antes de abrazarla y besarla.
--No sé si debemos… –expuso ella. Pero otro beso interrumpió la frase.
--Tengo ganas de volver a verte, de acariciarte, de sentirte muy cerca de mí. Creo que es algo que tenemos pendiente.
--¡Pero estás comprometido! –exclamó ella.
--Sí y los sentimientos hacia mi pareja no van a cambiar. Sólo será sexo.
Ella ardía por dentro. Sentía que su cuerpo clamaba por él de nuevo.
--Está bien –asintió por fin.
--El viernes salgo temprano de trabajar, podría venir al salir.
--Muy bien, hasta el viernes entonces.

La semana pasó lenta, muy lenta. La noche del viernes durmió mal. Tenía sentimientos contradictorios: por un lado deseaba ese regalo, por el otro sentía que actuaba con negligencia.

La ducha de esa mañana fue larga, la piel caliente se calmaba con el agua. Eligió encaje rojo para ese día; recordaba que era uno de los colores favoritos de él y mientras se vestía tuvo un presentimiento: “él no va a venir”.

La mañana fue dura en la oficina y las visitas a la máquina de café más habituales de lo normal. A mediodía recibió un mensaje: “No puedo venir, me ha surgido un imprevisto. Ya te contaré. Lo siento.”

Las horas de la tarde parecían no pasar, pero decidió quedarse más tiempo en la oficina para no ir a casa y sentir aún más su ausencia. Seguía deseándole con fuerza.

En el despacho había alguien más con ella; un compañero de su misma edad con el que no había cruzado más que unas pocas palabras en el tiempo que hacía que trabajaba allí. Se encontraron frente a la máquina de café.
--¿En viernes y todavía aquí? –preguntó ella para romper el hielo.
--Sí. La cita que tenía se ha anulado y no me apetecía estar solo en casa. Me iba a ir ya.
--Oye, ¿te apetece ir a tomar algo? --inquirió ella con rapidez--. Conozco un bar cercano muy acogedor.
--Me parece la mejor oferta que me pueden hacer ahora mismo --respondió él con una sonrisa.

1 comentario

Cide -

tampoco suena mal el plan último. Espero que esta historia tenga continuación y que ésta sea interesante