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El rincón de Irenia

Navidades

Navidades

Hoy es Nochebuena. En Cataluña no es tradicional celebrarla, aquí las fiestas navideñas se celebran con la comida de Navidad y la de Sant Esteve.

Cuando era pequeña disfrutaba muchísimo de las dos fechas. La comida de Navidad se hacía en mi casa, bien, en casa de mis padres y la de Sant Esteve en casa de mis tíos-abuelos. Eran, junto con el día de Reyes, los días más bonitos del año. Nos reuníamos todos: mis abuelos, mis tres tías-abuelas, mi tío-abuelo, mis padres y yo.

El día que comenzaban las vacaciones de Navidad me trasladaba a casa de mis tíos-abuelos para que mis padres, ambos con obligaciones laborales que cumplir, pudiesen preparar con calma la comida de Navidad. La mañana de Navidad nos levantábamos temprano, y eso que nunca he sido demasiado madrugadora en época de vacaciones (siempre digo que soy una marmota nocturna), desayunábamos, ponía la figurita del niño Jesús en el pesebre (porque ya había nacido), nos arreglábamos y acompañaba a mis tíos a visitar a la familia de mi tía para felicitarles la Navidad. Allí pasábamos un buen rato y luego, cogíamos el autobús e íbamos a mi casa donde mi padre había puesto la mesa con la mejor vajilla, la mejor cristalería y la mejor cubertería de casa, amén de haber preparado la comida con la ayuda de mi madre de pinche. A última hora de la tarde, volvía con mis tíos a su casa.

Al día siguiente, mi tía (la que falleció la semana pasada) se iba a la cocina a primera hora de la mañana a preparar l’escudella i la carn d’olla para todos (que ya había empezado a preparar la tarde del día de Navidad, mientras su hermana sacaba la vajilla y la lavaba cuidadosamente). Le quedaba deliciosa, no sé si por los ingredientes, por la dedicación o por el cariño que ponía a la hora de hacerla. Yo ayudaba a mi tío a poner la mesa y a ella a colocar los entremeses y arreglar el frutero rico en naranjas, mandarinas, plátanos y uva. Después de comer, tocaba fer cagar el tió, y cuando el tió se acabó porque yo ya era mayor y la persona que lo regalaba murió, jugábamos al trivial. Siempre me quedé alucinada de la memoria de mi tío (y la de mi abuelo): no fallaba una de geografía, deportes, ciencia… Siempre mantuvo la lucidez, hasta que una embolia acabó con él hace casi dos años.

Por desgracia, poco a poco fueron faltando a la mesa: primero fue mi abuelo, luego mi abuela, la mayor de mis tías abuelas, mi tío y este año faltará su última hermana. Pero, porque siempre hay un pero, ellos han estado en todas las comidas año tras año, porque aunque físicamente ya no estén, sí lo están en nuestro recuerdo.

Este año iba a ser “especial”. Es el primero que celebro en mi casa y quería hacer la escudella i la carn d’olla y llevarle a mi tía (que ya no podía salir de casa) para que comiese; eso no podrá ser. Sin embargo, mientras el día de Navidad esté en la cocina preparándola, me acordaré de cómo me enseñó a hacerla y confío en que el resultado se parezca al suyo.

Todos los que faltan estarán estas fiestas a mi lado, como lo siguen estando cada día desde que se fueron.

Feliz Navidad

4 comentarios

Tana -

Parece inevitable sentir las pérdidas en Navidad, más que en otras épocas del año. Nosotros hemos estado en Valencia pasando Nochebuena y Navidad con mi padre. La mañana de Navidad amaneció tan soleada, que mi marido y yo nos fuimos a dar un largo paseo por la playa de la Malvarrosa. Haber podido estar cerca del mar ese día, fue especial para mí aunque... tengo que confesar que eché de menos mi casa. Ya ves, las nostalgias nos acosan por muchos frentes; incluso desde un piso chiquito sin vistas ni sol, pero en el que me siento feliz y protegida la mayor parte del año. Un besazo post-navideño.

Cide -

Feliz Navidad. La Navidad no tiene por qué ser nostálgica, puede disfrutarse aún de lo que se tiene. Besos.

acróbatas -

Jo, a mi también.
Feliz Navidad y millones de besos.

Marcos -

Casi me haces llorar con tu relato. Feliz Navidad Irenia.