Sant Joan

Mi madre me había hablado muchas veces de ella, del fiel relejo que el letrista hace de las noches de San Juan de la época en que mi madre era pequeña, y, mientras me tomaba el café y escuchaba la canción, la nostalgia apareció. Volví a revivir los sanjuanes de mi niñez en casa de mis tíos abuelos: por la tarde, algunos niños del barrio venían a pedir madera o trastos viejos para montar su hoguera y, desde el balcón, veíamos como la más cercana iba creciendo; luego íbamos a la panadería y comprábamos el pan de molde para la cena especial de la noche, sándwiches que preparaba concienzudamente con mi tía. De postre comíamos la tradicional coca de Sant Joan que mi abuelo había comprado en la pastelería. Finalmente, salíamos al balcón y veíamos los fuegos artificiales pintar el cielo de Barcelona. No era una gran fiesta en realidad pero, la ilusión de los niños que pedían madera por las casas, la de mis tías por tener a toda la familia reunida una vez más en casa y la de una niña por vivir todo aquello intensamente, hacen que esos sanjuanes sean de los más especiales de mi vida.
1 comentario
Cide -