Noche de finales de junio
El calor es sofocante, el poco aire que corre parece quemar a quién lo recibe. Las noches se hacen largas a pesar de que son más cortas de nunca.
Tumbada en la cama oyes los ruidos que vienen de la calle: amigos que ríen, basureros que trabajan, gaviotas que graznan.
La luna preside el cielo que ves desde la ventana de tu habitación. No la cubre ni una sola nube y piensas que si estuvieses en la montaña verías las diferentes constelaciones y, entonces, te repites a ti misma que tienes que aprender a distinguirlas de una vez, que debe ser hermoso estar con alguien a altas horas de la mañana sobre una colina contemplando el firmamento.
Te das la vuelta por enésima vez. No hay manera de conseguir dormir. Mañana el despertador sonará temprano; él no distingue si has descansado o no, él simplemente cumple con su cometido.
Por suerte la semana ya se acaba, intentarás descansar los días de fiesta, pero sabes que te apetece salir, estar con los amigos, vivir la vida, y sientes que las horas de sueño que ahora estás perdiendo no las recuperarás. Aún así adoras el verano, la alegría que te transmite, la vitalidad de la que te impregna, y das una vuelta más y te abrazas a la almohada deseando que pronto se convierta en alguien especial y puedas compartir con él las noches veraniegas con sabor a mar que tanto adoras.
Felices sueños
Tumbada en la cama oyes los ruidos que vienen de la calle: amigos que ríen, basureros que trabajan, gaviotas que graznan.
La luna preside el cielo que ves desde la ventana de tu habitación. No la cubre ni una sola nube y piensas que si estuvieses en la montaña verías las diferentes constelaciones y, entonces, te repites a ti misma que tienes que aprender a distinguirlas de una vez, que debe ser hermoso estar con alguien a altas horas de la mañana sobre una colina contemplando el firmamento.
Te das la vuelta por enésima vez. No hay manera de conseguir dormir. Mañana el despertador sonará temprano; él no distingue si has descansado o no, él simplemente cumple con su cometido.
Por suerte la semana ya se acaba, intentarás descansar los días de fiesta, pero sabes que te apetece salir, estar con los amigos, vivir la vida, y sientes que las horas de sueño que ahora estás perdiendo no las recuperarás. Aún así adoras el verano, la alegría que te transmite, la vitalidad de la que te impregna, y das una vuelta más y te abrazas a la almohada deseando que pronto se convierta en alguien especial y puedas compartir con él las noches veraniegas con sabor a mar que tanto adoras.
Felices sueños
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